lunes, 12 de noviembre de 2012

"El Horla" (Guy de Maupassant)


Me propongo realizar mi ensayo sobre este tema porque la lectura del texto "Lo ominoso" de S. Freud (referencia del seminario de investigación el primer año de mi tétrada) me pareció especialmente interesante por la dualidad de los conceptos unheimliche / heimliche tal y como Freud los expone.
Una fantasía tan presente en nuestra cultura y en la fenomenología de las enfermedades mentales debía poderse explicar desde el psicoanálisis y me apeteció trabajar sobre ello. En este trabajo, he estado tomando el concepto de cuerpo básicamente en su registro imaginario y me propongo continuar mi tarea avanzando en mi aprendizaje sobre los fenómenos del cuerpo, para ampliar este abanico de lo imaginario pero proseguir en el registro de lo real del cuerpo en psicoanálisis.
El fenómeno del doble ha sido tratado ampliamente en la literatura por parte de numerosos autores y en no menos numerosas obras. También ha sido objeto de observación en la fenomenología psiquiátrica. Fue Freud quien remarcó que a pesar de ser un tema que pertenece mayormente al arte y a la estética, el psicoanalista debía ocuparse de él por su relación con lo ominoso y lo terrorífico; que excita angustia y horror.
En primer lugar, cabe señalar que los textos específicamente fantásticos no forman un corpus narrativo totalmente desligado de los llamados relatos realistas. La tradicional imagen que, durante largo tiempo, la crítica positivista ha ofrecido de Maupassant - un escritor costumbrista del mundo rural y parisino - ajena a su alienante obsesión, acrecentada en los últimos años de su vida por el tema de la locura y el mundo de lo desconocido (apariciones, telepatía, magnetismo, ciencia ficción, ocultismo..., El ambiente alucinante, de pesadilla, y de una locura que el personaje intenta rechazar a toda costa, se combina con sobrias observaciones sobre la realidad en este extraordinario relato.
El Horla (en francés Le Horla) es un pequeño cuento de terror de 1887 escrito en forma de periódico por el escritor francés Guy de Maupassant., en su investigación El cuento posee dos versiones; en la primera, la historia es contada del punto de vista de que los acontecimientos ya ocurrieron, ya la segunda es relatada en primera persona, en orden cronológica, datada de día y mes exactos para cada hecho, hay pequeñas alteraciones de un texto para el otro. El cuento relata la historia de uno personaje con angustias y desórdenes mentales. A su vuelta él siente la presencia de un ser extraño que decide llamar de Horla, mientras que él aunque no deja de pensar en que quizá sea él mismo quien, poseído, lo hace, por lo que se asegura de lo contrario en forma ingeniosa. Después logra adivinar la silueta de la entidad, mientras su percepción se agudiza en forma notable. En algunas ocasiones la criatura lo domina por completo, pero la lucha encarnizada continúa, ya que no desistirá ante su intención de apropiarse de esta misteriosa proximidad, de investigarla y de buscar la manera de vencerla.
El "Horla" es como él llama a esta especie de vampiro que además de beber leche y agua se alimenta de la vida de otros a través del sueño; un ser tan insólito como factible en un universo del que no se conoce más que la “cienmilésima parte”. Esta idea se manifiesta dos veces, por lo que de alguna manera abre y cierra el texto, acentuando la intención del autor de explorar los misterios de lo imperceptible al ojo humano..Así, él comienza a cuestionarse de que podria ser él que estaba tomando tales líquidos o algún ser anormal estaría dentro del cuarto.La presencia del Horla se hace cada vez más intolerable al protagonista, llegando al punto de querer matarse o matar el Horla. Al punto en que el hombre tras dudar pensaba que sería algo de su cabeza o fruto de una enfermedad cualquiera, ya tiene certeza de que ese ser es indudablemente poderoso.
El Horla esta relatado en primera persona, como un diario personal que refleja la evolución de los acontecimientos ominosos que se suceden en la vida del protagonista. Algunos críticos observan ciertos paralelos con la vida de Guy de Maupassant, especialmente en la última línea del cuento, absoluta y demoledora:
"No hay dudas. No ha muerto. Entonces, tendré que suicidarme...".

Para concluir, vemos que el fenómeno del doble, en todas las versiones que observamos tanto en la literatura como en la fenomenología clínica participa más o menos, de unas características comunes ya resaltadas anteriormente: aparición impactante de "otro yo" (fascinación y atracción primera: ilusión de paridad), constatación de la rivalidad con el otro, desenlace de la trama mediante la aparición de la muerte, aparición sorpresiva de un elemento de repetición. Freud relacionará este sentimiento siniestro con la emergencia de lo más íntimo, lo reprimido que sale a la luz cuando no debiera. Pero Lacan le da el valor de la extimidad, lo estructurante que tiene para todo sujeto en la formación del yo y en la aparición de la causa del deseo en forma de objeto a. Cuando aparece ese objeto que está en otra parte, se revela la posición de objeto en que nos encontramos frente al deseo del Otro: la no autonomía del sujeto. Así el doble no remite a la imagen especular sino a esa presencia que estando en otra parte se apodera de la imagen: por ello el fenómeno del doble conduce al doble real, a la dimensión de ese objeto que soy para el deseo del Otro, borramiento de límites que indicarían la vacilación del marco, de la escena fantasmática. De ahí su carácter siniestro.





"El cuervo”de Edgar Allan Poe


En el presente ensayo examinaré el poema” El cuervo” de Edgar Allan Poe, es una de las obras literarias de mayor importancia en el mundo de las letras.” El cuervo”, publicado por primera vez el 29 de enero de 1845 en el diario New York Evening Mirror , es una obra que combina lo nostálgico e introspectivo de la poesía con un cierto carácter narrativo.
La locura no es entendida, y en algún tiempo no se le considero una enfermedad, quizás hasta nuestros días se sigue creyendo que las enfermedades mentales son cosas de gente débil, de gente que puede pero no quiere controlarse, pero contrario a esto sabemos que “no es loco quien quiere sino quien puede” es decir, la locura se instaurara donde haya predisposición para ello, y que sujetos con esta predisposición pueden pasar su vida sin llegar a la locura mientras esta no sea detonada. Pero el repudio a esta se debe a que no se logra entender como alguien puede vivir en su propio mundo maldiciendo al resto de nosotros, y esta es quizás la más grande queja que se le hace al psicótico, su atrevimiento a no adaptarse a el mundo al cual estamos todos sometidos, el liberarse de las cadenas que nos aprisionan es el clamor que nos invade, y también nos invade el miedo porque aunque le reclamemos su atrevimiento, a su vez nos amedrenta el hecho de que una persona, una de nosotros, haya podido liberarse y haya empezado a trazar las líneas de su propia realidad donde no hay cabida para nosotros ya que tememos que esto nos pueda pasar a nosotros también.
                                                                                                              
Por esto, ante un tema tan interesante como lo es la locura, es imposible impedir que el recuerdo nos pasee por los genios del horror clásico, como por ejemplo lo es Edgar Allan Poe. Pero es imposible no remitirnos a Poe cuando conseguimos en el poema, que nos disponemos a analizar aquí, “El Cuervo” las trazas de lo que es la locura, una locura que no nos es extraña sino todo lo contrario, no es atemorizantemente cercana, y ¿Como no palidecer ante la locura que nos es cercana? porque ¿Que es la locura? sino es algo que no logramos entender y que por eso nos es tan terrorífico.
                                                                                       
Ahora bien, conseguimos en el poema “El Cuervo” de Poe a un estudiante revisando unos papeles para distraerse de la idea de su recién fallecida amada, el joven es descrito como débil, cansado y casi dormido, cuando es interrumpido por un visitante que toca su puerta. Seguidamente, es presentada la valiosa información que nos iluminara en este análisis, que es la muerte de Leonora, la amada del joven en cuestión. Y aquí observamos como el autor nos va dibujando a un joven atormentado por la muerte de su amada, muerte que reciente profundamente.

Luego ocurre el terror, el joven abre la puerta y se encuentra con que nadie está allí, y empieza a dudar de sus sentidos, y a cuestionar lo que sus sentidos le hace percibir, cualidad que podemos observar en, esquizofrénicos, donde dudar de la veracidad                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 de lo que perciben termina por ser una variable determinante en la conjunción de su delirio. Es entonces este nuestro héroe, y como no llamarlo héroe si este joven nos llevara de la mano hacia las profundidades de la locura, siendo él quien recibirá las desgracias de la insanidad mientras nosotros presenciamos pasivamente su sufrimiento y agonía. Ahora nuestro héroe escuchar de nuevo el llamado a su puerta y la abre para dejar pasar a un cuervo que se posa sobre el busto de Palas, y aquí pudiéramos empezar a dudar de la misma existencia del ave y continuar nuestra elaboración de un perfil de un enfermo mental que alucina. 
Ante la presencia del imprevisto visitante nuestro héroe lo confronta y exige que le diga su nombre, quizás los arrebatos de un hombre desconsolado que no confía lo que sus oídos escuchan y que probablemente ahora, tampoco de lo que sus ojos ven, pero su valor le abandona al oír decir al cuervo “Nunca más”, y es aquí donde nos atrevemos a señalar que el héroe del poema se empieza a entregar a su alucinación y comienza a asignar las  características de un delirio, a pesar de esto nuestro héroe razona lo que escucha y como el temprano psicótico, se apura en no denegar lo que escucha y ve. Y a pesar de la insistencia del cuervo nuestro héroe se esfuerza en negar su terrorífica presencia, como el enfermo que espera que todo desaparezca de un momento a otro como ha aparecido.

Sin embargo nuestro héroe no puede evitar, así como el “loco” no puede evitarlo, darle significado a lo que erradamente percibe, empezando a construir así su delirio, delirio donde sus suplicas de olvidar el dolor que le ocasiona el haber perdido a su amada sean respondidas por el cuervo en su nefasto “Nunca más”, y delirio que lo condena a nunca tener descanso porque la respuesta del cuervo es “Nunca más”. En vista de todo esto son muchas las hipótesis a las que pudiéramos llegar acerca del delirio de nuestro héroe, como por ejemplo, nuestro héroe ante el evento traumático de perder a su amada está sumido en una gran depresión que termina por distorsionar su sensopercepcion y hacerlo alucinar con un ave que continua con su autoimpuesto castigo, recordándole una y otra vez que su dolor “Nunca más” desaparecerá, o por otro lado, ante el evento traumático de perder a su amada nuestro héroe empieza a ser testigo impotente de cómo su mundo empieza a cambiar, instaurándose así en su realidad el delirio de un ave venida a la ribera de la noche plutónica para perseguirlo y hacerle compañía durante su soledad.

A manera de conclusión, el poema de Poe “El Cuervo” es una muy popular y aclamada obra, que en esta ocasión sirvió para ilustrar el vertiginoso asentamiento de la locura de un hombre a raíz de un evento traumático, y valió su empleo para recordarnos el sutil y lírico trato que se le hace a la locura en la literatura, en especial en la poesía. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario